En los años 90 Beorlegui da completa rienda suelta a su creatividad, dejando casi por completo de lado la crítica social y pintando muchas veces lo que le sale del subconsciente, buscando resaltar colores nunca vistos en cuadros suyos anteriores.
Fernando como buen inconformista que es, no se «autocopia» y continua investigando, creando nuevos estilos, colores y formas de pintar.
De esta época cabe son destacables, entre otros, cuadros como Baseliza (1996), Bacanal (1996), Gozotegia (1993), Perros ladrando a Urko (1995), Windsurfista en Orio (1992) y Korrikalari hondartzan (1991).