Edorta Kortadi publico la siguiente crítica sobre la exposición de Fernando Beorlegui en Eibar en el año 93.
FERNANDO BEORLEGUI Realismo mágico y esperpéntico
La Fundación Kutxa Gipuzkoa-Donostía presentó durante los meses de marzo- abril en su Sala de Exposiciones de la calle Garibai una exposición antológica del pintor eibarrés Fernando Beorlegui (Campana. Navarra. 1928), acompañado de un catálogo. Su pintura es realista, a la que el propio autor define como esperpéntica y a la que no gusta en llamar ni surrealista ni hiperrealista, aunque bordee e incida en momentos en ambas tendencias. <<Me escapo de la realidad porque me parece horrorosa>> asegura Beorlegui, quién realizó sus primeros estudios con Ciga en Pamplona y con Eduardo Chicharro hijo en Madrid, pero aprendió de verdad con el grabado del Gustavo Doré y sobre todo con Goya. <<Goya me ha alucinado siempre>>. Y si los sueños de la razón producen monstruos, los engendrados por Beorlegui se mueven en la misma onda, sus sueños y proyecciones se mueven a caballo entre la realidad social eibarresa, industrial y grotesca, y la introspección submarina en el fondo de sí mismo y sobre todo de su infancia navarra. <<Estoy convencido de que la propia personalidad, la intuición y el subconsciente vale más que el racionalismo.
DEL POSTIMPRESIONISMO AL REALISMO MAGICO
Las primeras obras presentadas en la muestra se mueven en poéticas postimpresionistas, <<Autorretrato>> (1952), y <<La amatxo>> (1958), obra más suelta técnicamente que la anterior. Pero será ya en la década de los 70 cuando su paleta y sus repertorios se afiancen y se enraicen en la de los subrealistas como Dalí y Alberto y se cargue además de acentos solanescos y goyescos que le acompañan en adelante a lo largo de dos décadas. Desde el Retrato de Begoña Cendoya (1975), pasando por <<Jerarcas>> (1976), <<Fábulas>> (1976), y <<Gigantes>> (1977), hasta <<Máquinas>> (77), <<Mujer solitaria>> (77) y <<Procesión onírica>> (77 se aprecia claramente una evolución en la dirección señalada. Al pintor comienza a interesarle y a influirle <<El orden oculto del Arte>> obra de Antón Elrenzwerg (1973) y a experimentar las técnicas más preciosistas del temple y procedimientos pictóricos diluidos en líquidos glutinosos o calientes. Raspados, texturas y veladuras son ya técnicas constantes en su pintura. La calidad y el acabado mate parecen casi obsesionarle de una manera enfermiza. De aquí en adelante comenzarán a intensificarse las transparencias y superposiciones de figuras de músicos y niños sobre paisajes, de letras y números indescifrable: <<Acordeonista>> (78), <<Músicos>> (79) y <<Pajarero>> (80).
EL REALISMO ESPERPENTICO Y LUDICO
Una veta más cruda y más negra aparecerá en las obras fechadas en los 80. <<Espectáculo>> (80), Lamiñas (81), <<Signos de fiesta>> (81), <<Espectáculo>> (81), <<Músicos>> (83), son obras cargadas de acentos goyescos y dalinianos. En estas obras se transparenta una cosmovisión del mundo como espectáculo, de seres arrojados al ruedo de la existencia. Composiciones y repertorios iconográficos más complejos adquieren una mayor carga literaria y conceptual al mismo tiempo que pasa a realizar obras de mayor tamaño y envergadura. Es un buen momento de su proceso pictórico.
Un momento tenso y pasional en que surgirán obras tan interesantes como las citadas, o tan inquietantes y mordaces como <<Bar>> (84), <<Paisaje de Arrate>> (85) o <<Verano>> (84-87). El realismo social, la crítica irónica, el horror a la realidad fea, están presentes en estas obras. Su propio <<Autorretrato>> (89) abre la puerta a una última década más pausada y serena, más mágica y poética en la que figura y paisaje, objeto y realidad en sus bodegones poseen una mayor equilibrio clásico y una sosegada belleza: <<Bodegones>> (98), <<Mujer en Hondarribia>> (91), <<Windsurf>> (92) y <<Turista niño>> (92).
Beorlegui, buen grabador y dibujante, presenta además una buena colección de gravados entre los que queremos destacar <<Autodibujo>> (84) <<Aplauso>> (82), <<Tauromagia>> (82) y <<Cocodrilo>>, así como algunas interesantes y deliciosas esculturas realizadas en madera y en red metálica.
Un pintor por afición y vocación, enólogo de profesión, ha llegado a convertirse en un cronista fiel, mágico y algo ácido de la Euskal herria de fin de siglo.
E. KORTADI